La caída de un mito

Una cerveza, charleta, dos cervezas, 4 cigarrillos, 3 cervezas, 6 cigarrillos…

Tras pasar una apacible tarde de domingo  con algunos de mis amigos, en un bar de estos de velitas y sofás que tanto se estilan en la capital alemana, sobre las 20,30 nos fuimos a casa. Pronto pensaran algunos.

Para los que vivimos en países del norte de Europa, todo lo que sucede a partir de las 21,00h nos parece que llega tarde, que escapa a la lógica.  Una locura horaria, un desvarío. O al menos, así lo vemos mi peluche y yo.

Si tenemos en cuenta que la oscuridad absoluta domina la ciudad desde las 16 de la tarde, mi razonamiento puede considerarse dentro de lo mal llamado “normal”. Aunque reconozco cuán importante es  mantenerse activo y forzarse un poquito ya sea a socializar o a dar un paseo.

Sea  como fuere me fui a mi casa andando, dando ejemplo de lo que vengo predicando.

Era tal el hastío y el cansancio vital que arrastraba, que decidí mirar algo que me hundiera en mis miserias de domingo por la tarde, un poco más si cabe.  Pensé en Girls o en L Word, que a día de hoy me deprimen más que otra cosa. Pero finalmente opté por rescatar  a mi querida Ally Mcbeal.  Sí, ayer abandoné todo lo cool que representa mi persona y me transporté de nuevo hasta la adolescencia.

La abogada Ally Mcbeal había merecido siempre mis respetos, hasta ayer. Elegí un capítulo de la tercera temporada, me llamó la atención el que llevaba por título: “El 30 cumpleaños de Ally”.

No recordaba muy bien ese episodio, Ally cumple años, de acuerdo, pero la novedad en todo esto es que nunca había visto a Ally cumplir sus 30 años, teniendo yo mis 30 ya pasados.

Primera escena, Ally amanece en su cama y tiene una de sus alucinaciones psicóticas que años atrás me provocaban risa y  alegraban mi escacharrada pubertad. Qué mona pensaba, por aquel entonces. No estoy sola, tengo a Ally.

La escena sigue con una Ally enloquecida porque en uno de sus trances su piel empieza a arrugarse y a caerse en pedazos. Suena el despertador, Ally cumple 30 añitos.

Vale, sin llegar a los créditos del capítulo mi indignación ya clama al cielo. Ally cumple 30. Pero si parece mucho más mayor. Quiero decir, que yo tengo 31 y me veo mucho más joven. WtF?!

Pero la diferencia más apabullante es que Ally cumple 30 y  tiene toda su vida organizada, excepto la cuestión  sentimental. De lo contrario la serie  no tendría su razón de ser. Entonces en mi afán por comprender el sentido de este capítulo, me pongo a calcular la edad de Callista Flockhart en la tercera temporada.

La serie es de 1997, la tercera temporada rodada entre 1999- 2000. Y Callista nació en 1967.

¡Echen cuentas!

El resultado de esta tortuosa y triste operación, digo triste porque eso fue lo más divertido que hice en mi día de domingo, a parte de desayunar en la cama (dos veces), fue descubrir que cuando Ally cumple 30, Callista ya ronda los 33.  Me ha dolido, sí.

Ya sé que en Sensación de Vivir también sucedía algo similar, pero Dylan, Brenda , Kelly y su cuchipandi pretendían estar en la universidad y eso es sinónimo  de jugar en otra liga.

Pero lo de Ally,  no solo  es cruel porque cumple 30 y en realidad parece mucho más vieja, es cruel porque cumple 30 y hace un drama de ello, aún teniendo un  trabajo “de lo suyo” y una casa de película en New York.  Ally cumple 30 y no está trabajando en hostelería por el día y  estudiando oposiciones  de noche. Cumple 30 y no está haciendo unas prácticas que consisten en hacer fotocopias y servir cafés.  Sino que cumple 30 y trabaja como abogada  y le pagan por ello.

Evidentemente los tiempos han cambiado mucho desde entonces, pero yo y mi generación crecimos con eso. Nos vendieron eso. Estudia y triunfarás. Haz realidad tus sueños. Gástate tus ahorros y los de tus padres en un máster y serás inmortal…

En 1999 cuando vi a Ally cumplir 30 pensé que su estado catatónico ante tal evento era “normal” , pues yo tenía 14 años y un mundo de ilusión y colores por delante.

Gracias al Punk y el Rock’n’roll que me descubrieron que la vida no son flores ni colores, la caída no fue tan dura. Pero lo que sigo sin encajar y aceptar es tener 30 y seguir haciendo prácticas y trabajando en restaurantes o mierdas del gremio para subsistir. Y aquí la culpa no es de Ally ni de Callista , la culpa es de este sistema corrupto y colapsado que no vaticina otra cosa que un futuro lleno de mugre y hollín.

Pero tranquilos que el Punk y el Rock también me enseñaron a odiar y lo aprendí muy bien. Así que gracias al odio que os profeso seguiré adelante. Porque como dice la canción, no hay tregua en el infierno.

Astronáutica

Periodista especializada en la creación de contenidos para medios online y en redactar artículos de viajes. En la actualidad con un nuevo proyecto entre manos, una revista digital con sede en Berlín. Más info próximamente!!

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