El lago (oscuro) de los cisnes

Michel Gira by Sebastien Sighell

Michel Gira by Sebastien Sighell

Swans y Berghain en la misma frase son sinónimo de epopeya. Una epopeya épica si me permiten la redundancia. Peregrinamos una vez más entre la maleza y la nada hasta llegar a Berghain. Naves industriales imponentes, marcan el camino hasta llegar al lugar, esa sala de operaciones en la que te entregas voluntariamente, para que el hedonismo y los sonidos estridentes te descuarticen y hagan de ti un nuevo ser. Un ser que nazca y muera en el mismo lugar.

La velada empezó con Pharmakon, esa chica rubia con cara de ángel poseída por todo lo maligno. Intenso y breve. Un taladro sensorial. Una aguja infectada que te pincha incesantemente y que pretende extraerte hasta la conciencia. Gritos, loops, vísceras.

Pharmakon, by Fred Pessaro.

Un público desfigurado es todo lo que quedó tras su aparición. Un buen presagio de lo que se nos venía encima. Swans aparecieron de uno en uno, pausados, advirtiendo al público que no tuviera prisa en subir, que una vez arriba el vértigo nos iba a carcomer. No mentían.
Una experiencia chamánica con un Michel Gira imponente en su papel de sumo sacerdote, que nos abrió las puertas de su mundo onírico, perturbado.
Quisimos asomarnos, ver que había al otro lado. Pero la fuerza arrolladora de Swans nos metió de lleno en ese universo paralelo y nos obligó a mirarle a los ojos.
Sus miradas cómplices invocaban al mal, al bien, a lo inaudito, a lo eterno, a lo universal. Se lo pasan en grande, pensé.
Música gestada en las tripas que estalla abocando a todos los presentes a una catarsis colectiva. Sonidos exagerados, extremos, que nos envuelven y nos llevan allá dónde Gira quiere vernos. No hay retorno. Danzamos hacia él, con ellos. Nos fundimos. Swans, ese puente entre lo mundano y lo otro, lo suyo.
Ya desembarcamos en su terreno, nadie se quedó atrás. Emociones, tímpanos dinamitados, locura sin fin. Tres horas de concierto. De éxtasis colectivo, de expiación de las culpas.
Aplausos, multitud extasiada, unos Swans vigorosos. Exhaustos todos.

SWANS

Salimos a la calle y… ¡Oh sorpresa, el mundo sigue girando!
Pero a pesar de la realidad imperante, ninguno de los allí presentes olvidará lo acontecido. Ni los recovecos por los que hemos viajado a ritmo frenético, ni los intersticios de la demencia a los que nos hemos asomado. Seguiremos jugando a ser normales y le haremos un guiño a la locura siempre y cuando estemos seguros de que nadie más nos está mirando.

Treinta años después, Swans han conseguido que gente de edades totalmente dispares se congregue para ir a verles. Eso es indicativo de que lo han hecho muy bien.
Magia pura.

Astronáutica

Periodista especializada en la creación de contenidos para medios online y en redactar artículos de viajes. En la actualidad con un nuevo proyecto entre manos, una revista digital con sede en Berlín. Más info próximamente!!

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